Crítica de “Cabrini”, la nueva película del director de “Sonidos de Libertad”

Cabrini

Luego de sorprender con su filme “Sonido de Libertad” sobre la historia de Tim Ballard, Alejandro Monteverde se mete con otra figura real en “Cabrini”. Se trata de una monja que en 1889 tuvo que enfrentar el sexismo y el machismo de la época. “Luchó contra todas las instituciones que en aquel momento estaban dirigidas por hombres”, declaró Monteverde.

El año pasado, el director mexicano construyó un thriller sobre el caso real del fundador de Operation Underground Railroad, organización empeñada en atrapar a traficantes sexuales de niños. El filme fue un éxito de audiencias en todo el mundo.

Ese mismo tenor maneja en la cinta que estrenó este jueves en cines de todo el mundo. Con una escenografía y vestuarios impecables, logra transmitir los sufrimientos con los que convivían los inmigrantes italianos en una Nueva York que los detestaba.

Personas totalmente descartadas, despreciadas, a quienes no se les permitía no sólo transitar por los barrios “blancos” sino tampoco recibir atención médica, por lo que muchos terminaban muriendo en las calles, en su mayoría niños.

Cabrini junto al Papa

El drama de los inmigrantes italianos

El filme comienza con una escena realmente dramática: un niño inmigrante italiano pierde a su madre en un hospital y es maltratado por las autoridades. Será la introducción de una epopeya de gran factura que tiene como protagonista a Francesca Cabrini, una inmigrante italiana que llegó a la ciudad de Nueva York y fue recibida por la enfermedad, el crimen y muchos niños empobrecidos.

En este escenario de crisis, Cabrini emprenderá una audaz misión para convencer al hostil alcalde de asegurar vivienda y atención médica para los más vulnerables de la sociedad. Con un inglés a medias y una salud precaria, Cabrini utiliza su mente emprendedora para construir un imperio de esperanza como nunca se había visto en el mundo.

Monteverde logra reflejar las dualidades de la ahora santa: frágil pero fuerte, sujeta pero rebelde, prudente pero arriesgada.

 

La impecable actuación de Cristiana Dell’Anna

Cristiana Dell’Anna (“Fue la mano de Dios”, “Aquí me río yo”) se luce en el papel de Francesca Cabrini. Su actuación transmite realmente los temores, dolores y broncas de una mujer a la que constantemente frenaban para que “ocupe su lugar”. Una interpretación que trasciende la pantalla.

Si bien hay momentos en donde los giros de la trama parecen convenientes, la película no deja de mostrar los distintos obstáculos a los que la novicia tuvo que enfrentarse. El primer de ellos era su salud, había enfermado cuando era chica y eso la siguió toda su vida.

“También luchó por su propia salud porque los médicos le daban un año de vida, y ella siempre podía exprimir un año más de vida, porque tenía un propósito muy fuerte. Eso es lo que me encanta de su vida. En muchos sentidos fue definitivamente cinematográfica, lo que significa que su historia es muy ingeniosa. Fue una inspiración para mujeres como la Madre Teresa, quien también vivió una vida increíble para los demás”, agrega Monteverde.

Con su salud a cuestas, también enfrentó los caprichos de los hombres de la iglesia católica, la violencia de los callejones de Nueva York, y el desprecio del pueblo y de la política estadounidense.

El peor obstáculo de Cabrini

John Lithgow (“The Crown”, “Los asesinos de la luna”) interpreta al alcalde de la ciudad, quien se va a oponer fervientemente a todo lo que Cabrini simboliza. Acudirá a la violencia en más de una oportunidad para frenar el trabajo de la monja. Lithgow, tal como nos tiene acostumbrados, realiza una actuación magistral, dándole al espectador alguien a quien odiar.

Francesca Cabrini –conocida como La Santa de los Inmigrantes– nació el 15 de julio de 1850 en Sant’Angelo Lodigiano (Italia) y falleció el 22 de diciembre de 1917 en Chicago (Estados Unidos). Fundó las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús en el siglo XIX y fue la primera ciudadana estadounidense en ser canonizada por la Iglesia Católica, el 7 de julio de 1946.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *