Este jueves estrena en cines Venom, el último baile, tercera entrega del simbionte que desde 2018 captó la atención de los fanáticos. Lejos quedó aquella primera entrega que nos mostraba una versión diferente del villano de Spider-Man, una que los posicionaba con un antihéroe carismático.
Tom Hardy supo meterse en los corazones incluso de los más escépticos, gracias a su interpretación de Eddie Brock, sus divertidos diálogos y sus improvisaciones frente a cámara. Bajo la dirección Ruben Fleischer, Sony demostró que tenía algo más para aportar que el héroe arácnido que jugaba con los Avengers.
En 2021 Andy Serkis tomó el mando de la secuela, Carnage liberado, que mostró pocas cosas nuevas, a la vez que le otorgó más oscuridad al mundo que se empezaba a construir. Ejemplo de ello es Carnage, el siniestro personaje interpretado por Woody Harrelson. En aquella oportunidad, Venom intentaba comportarse como un héroe luchando contra su propia naturaleza. Sería el villano de la cinta quien le mostrara lo salvaje que podría llegar a ser y cómo el anfitrión influye en el simbionte.
Ahora, en Venom, el último baile, Kelly Marcel se sienta en la silla de dirección y propone un cierre digno del personaje, pero sin demasiado brillo. La cinta es literalmente un viaje del héroe que no para un segundo, al mismo tiempo que se reparte entre el humor, la acción y lo absurdo.
En esta tercera entrega, Eddie y Venom están huyendo. Perseguidos por sus dos mundos y con la red cerrándose, el dúo se ve obligado a tomar una decisión devastadora que levantará el telón del último baile.
Entre la acción, el humor y lo absurdo
Vemos más acción, menos humor, más absurdo (como a Venom bailando en un intento por imitar a otros antihéroes… coff-Deadpool-coff), y algunos momentos emotivos.
La película cumple lo que promete: una gran combinación de diversión y acción. A su vez resulta un cierre perfecto para Hardy, quien se siente cómodo en el papel de Eddie, y para Venom, quien demuestra todo lo aprendido hasta aquí.
Pese a sus agujeros de guion y a su desprolijidad en la ejecución, esta tercera entrega está a la altura de las anteriores, incluso un poco por arriba de ellas. Sólo resta ver qué hará Sony con el resto de sus personajes para intentar mantener el nivel de este personaje tan carismático. Ya sabemos que los intentos con Morbius y Madame Web no fueron buenos, y Kraven está por llegar.
En fin, Sony nos muestra que el mundo, especialmente el de los simbiontes, es más grande que el protagonista. Otros aliens viscosos se unen a la pelea para evitar la liberación de su dios creados, Knull. Este misterioso nuevo personaje no tiene muchos minutos en escena pero representa un peligro a futuro mayor de lo que se ve en Venom, el último baile. Es que un personaje de esas cualidades no puede ser nerfeado como en principio pareciera hacer la cinta. ¿Estaremos ante la presencia del Thanos de Sony? Sólo el tiempo lo dirá.